Un medio inestable
Artículo realizado por Agustín Barrajón, publicado en el nº7 de la revista.
© Agustín Barrajón
Un medio inestable
Desde que tengo uso de razón, mi vida ha estado ligada de un modo u otro al medio marino. Para alguien con escasa destreza en deportes “convencionales” y con una marcada tradición familiar ligada al mar, no es de extrañar que me enfundara antes un traje de neopreno que unas botas de fútbol. He practicado numerosos deportes acuáticos, y además, toda mi actividad profesional se ha centrado en la conservación del medio marino.
A pesar de que siempre me ha llamado la atención, mi verdadera afición por la fotografía de la naturaleza surge con mi llegada a Almería en el año 2006. Por un lado, fue entonces cuando tuve la posibilidad de adquirir un equipo fotográfico apropiado, y por otro, la belleza de los paisajes que iba descubriendo a lo largo de toda la provincia hacían casi imprescindible la necesidad de inmortalizarlos. Poco después, y tras sentirme poco menos que como un personaje de alguna novela de Hemingway cuando contaba algunas de mis vivencias embarcado, comencé a registrar algunas de ellas.
Aunque he practicado distintas disciplinas que podríamos englobar en lo que se conoce como “fotografía de la naturaleza”, en este artículo me voy a centrar en instantáneas de fauna marina realizadas desde embarcación. En esencia, los principios básicos no difieren mucho de la fotografía realizada en tierra firme, pero hay algunas consideraciones a tener en cuenta, y que trataré de desarrollar a continuación teniendo en cuenta mis experiencias, y animado entre otras cosas por distintos comentarios que he recibido durante años sobre algunas de mis fotografías de este tipo.
Equipo y técnica
El equipo fotográfico a emplear no difiere prácticamente en nada del que se utiliza en tierra firme. Ahora bien, una de las primeras cosas a tener en cuenta cuando realizas fotografías desde una embarcación, y esto es algo que cuesta asumir para un fotógrafo de naturaleza, es que salvo en muy contadas ocasiones, tendremos que prescindir de nuestro preciado trípode. Generalmente, ni las condiciones ni el comportamiento de las especies objetivo van a permitir su uso, y en la mayoría de ocasiones es poco recomendable ya que es muy fácil acabar con el equipo reposando en las profundidades. El uso de teleobjetivos es prácticamente imprescindible, ya que los sujetos a fotografiar estarán normalmente a cierta distancia, aunque no está de más llevar alguna focal intermedia para aquellos casos en los que algunos animales se aproximan a la embarcación. Dado que gran parte de las fotos van a incluir la superficie marina, se pueden evitar reflejos empleando un filtro polarizador, aunque hay que tener en cuenta que su uso nos obligará a bajar la velocidad en las tomas, y esto es un aspecto crítico en condiciones de escasa iluminación, con elementos generalmente en movimiento y sin posibilidad de usar trípode.
En líneas generales no se trata de una disciplina muy exigente a nivel técnico. Si bien esto depende del tipo de embarcación empleada y de las condiciones ambientales, en general nos vamos a encontrar con situaciones de elevada inestabilidad en las que, además de hacer fotografías, nos enfrentaremos en una lucha constante por mantenernos a pie, evitar mareos y por no acabar nadando con nuestra cámara al cuello. Aunque trato siempre de trabajar en modo manual cuando hago fotografías, en este caso, y después de muchas jornadas embarcado, creo que hay que sacar partido a las ventajas de los modos automáticos o semiautomáticos que nos ofrecen los equipos actuales. En este sentido, casi siempre acudo al enfoque automático continuo, por las mismas razones que ya he comentado, y a menudo, debido a las cambiantes condiciones de luz que te sueles encontrar siguiendo a determinados animales, en mi caso me suelo ayudar del modo de prioridad a la obturación, al ser la velocidad un factor determinante en estos casos. Del mismo modo, recomiendo disparar en modo ráfaga.
Existen distintas alternativas para proteger el equipo de las inclemencias ambientales. Es cierto que el uso de fundas dificulta en ocasiones el manejo de los controles de la cámara, pero en determinadas situaciones con fuerte viento y olas en las que las salpicaduras son inevitables, se pueden usar fundas, de las cuales existen distintos tipos en el mercado, más o menos económicas. En ningún caso recomiendo emplear carcasas submarinas.
El entorno
Todo fotógrafo de naturaleza está habituado a lidiar con los condicionantes ambientales y a menudo planificamos nuestras sesiones fotográficas atendiendo a éstos. En el caso del medio marino no es muy diferente, aunque existen más limitaciones, ya que, además de buscar unas condiciones óptimas para localizar una especie concreta o una luz apropiada, el estado del mar es fundamental, y debe permitir no sólo navegar, sino tener cierta estabilidad para poder al menos realizar algún encuadre decente. El tipo de embarcación es importante, aunque esto, salvo que tengamos un elevado poder adquisitivo, o un amigo con yate, no suele estar en nuestra mano. Evidentemente, cuanto más grande es el barco, menos se mueve por la acción del oleaje, pero, por mi propia experiencia, se pueden hacer muy buenas fotografías independientemente de este hecho.
Algo que me apasiona de hacer fotos en el mar es que generalmente las salidas son del todo impredecibles. Las condiciones son muy cambiantes, la superficie del mar puede presentarse como un auténtico espejo, lucir distintas tonalidades, y uno nunca sabe cuándo podrá aparecer un banco de niebla o el mar se encrespará jaleando a distintos grupos de aves.
En cualquier caso, como se suele decir, “al mar no hay que tenerle miedo, pero nunca perderle el respeto”. Digo esto porque, si bien se puede disfrutar mucho realizando fotografías de este tipo, al igual que en otros que pueden ofrecer condiciones más o menos extremas, es importante tener en cuenta que siempre hay que hacerlo tomando todas las precauciones posibles, especialmente para aquellos que no estén habituados a este medio.
Una de las cosas que me llama más la atención cuando enseño algunas fotografías de fauna marina, es que a menudo me hacen comentarios del tipo: “¿eso lo has hecho aquí?” Es cierto que el medio marino es un gran desconocido a nivel general, pero, además, en mi opinión tendemos a valorar cosas de fuera que no sabemos que tenemos delante de nuestros ojos.
El litoral andaluz tiene más de 800 kilómetros de costa. En él, se mezclan dos masas de agua de características muy distintas, atlántica y mediterránea, y además, nos encontramos en el extremo suroccidental del continente europeo, a escasos kilómetros del continente africano. La diversidad biológica, ecológica, geológica y climatológica no sólo es destacable a nivel nacional, es que estamos en un enclave privilegiado en este sentido a nivel global.
Fauna
Dejando a un lado los plásticos, que por desgracia son cada vez más abundantes y omnipresentes en nuestras masas de agua, desde una embarcación podemos observar varios grupos de animales: mamíferos y reptiles marinos, aves, peces y algunos invertebrados.
Las poblaciones de aves marinas en Andalucía comprenden más de 40 especies diferentes, aunque si tenemos en cuenta las observaciones accidentales (especies que se observan de manera esporádica), hablaríamos de entorno a un centenar. Si a esto sumamos los pasos migratorios entre el continente europeo y africano de numerosas especies continentales, se trata del grupo animal más diverso de los que nos encontraremos navegando. Hay especies tan dispares como el alcatraz, que posee una envergadura de casi dos metros, a los paíños, que son poco más grandes que una golondrina. En general, podremos observar aves marinas en cualquier sitio, aunque hay zonas y momentos en los que se dan grandes concentraciones, como al levantar los artes de pesca especialmente de barcos de arrastre, o en lo que se conocen como “pajareras”, que no son más que bancos de peces asediados por peces, mamíferos depredadores y aves marinas. Se trata de situaciones ideales para realizar fotos tanto por el número de especies como por la acción de las escenas que suelen producirse.
En el caso de los cetáceos, en nuestras costas se han detectado más de 20 especies, aunque generalmente se observan entorno a 10. Entre estos mamíferos hay especies relativamente comunes como los delfines, otras imponentes como el cachalote o el rorcual común (el segundo animal más grande del planeta), y otras realmente esquivas como los zifios. Es importante recordar que todas estas especies están protegidas y hay una normativa concreta acerca de cómo comportarnos en caso de que tengamos la suerte de encontrarnos con ellas en mar abierto. A la hora de fotografiarlos, probablemente los delfines son los que dan más juego, ya que tienden a seguir a las embarcaciones, saltan con frecuencia, y son realmente curiosos. Hay que tener en cuenta que muy probablemente no vamos a poder observarlos en nuestro visor previamente a la captura, con lo cual, hay que hacer un ejercicio de predicción del lugar en el que pensamos que pueden salir a la superficie y tener a punto los reflejos, ya que de lo contrario, acabaremos con la tarjeta de memoria llena de salpicones en el agua. Sin duda, se trata de un “disparo instintivo” en toda regla.
Cuando hablamos de avistamiento de cetáceos en nuestra región, resulta imprescindible mencionar el Estrecho de Gibraltar. Además de las poblaciones estables que viven en esta zona, todo el paso migratorio entre Atlántico y Mediterráneo de estas especies pasa obligatoriamente por una estrecha franja de poco más de 10 kilómetros de ancho. Se trata de un lugar excepcional, y existen distintas empresas en la zona, especialmente en Tarifa, dedicadas a organizar salidas para observar a estos mamíferos en su medio natural, lo que supone una excelente oportunidad para fotografiarlos. Aunque se trata de un área mucho más amplia, el espacio comprendido entre el poniente almeriense y la isla de Alborán también supone un punto caliente de biodiversidad de cetáceos. En esta zona buena parte de los avistamientos se producen a cierta distancia de costa. En cualquier caso, estos encuentros son muy imprevisibles, y se pueden producir en cualquier momento y cualquier lugar. Por poner un ejemplo, en los últimos años, y especialmente en la época estival, se han producido numerosos encuentros con rorcuales comunes, y yo mismo he presenciado alguno a varios cientos de metros de la costa.
A pesar de que se ha detectado alguna otra especie de tortuga marina en aguas andaluzas, casi exclusivamente observaremos ejemplares de tortuga boba. No se trata de una especie muy abundante, pero ocasionalmente se pueden localizar descansando en superficie.
Hay una gran diversidad de especies de peces en nuestro litoral, si bien la mayoría no se acercan mucho a la superficie, o no son atractivos desde el punto de vista fotográfico. Aunque en ocasiones tratar de inmortalizarlos puede acabar con nuestra paciencia, los peces voladores, que comienzan a aparecer especialmente a final de verano, son al menos para mí un gran atractivo. Debido a su reducido tamaño, comportamiento y velocidad, suponen un reto fotográfico, y cuando aparecen bancos abundantes, una excelente oportunidad para afinar la técnica de esta disciplina. Entre los túnidos, en los últimos años no resulta difícil observar bancos de atunes rojos alimentándose, y de vez en cuando, algún pez espada se dejará ver o incluso nos deleitará con impresionantes saltos. Por último, señalar la relativa frecuencia de encuentros con peces luna, una de las especies más cosmopolita de nuestras costas.
Y, como se suele decir, “como muestra un botón”. A pesar de que es algo que pueda chocar a muchos, prácticamente todas las fotografías de esta sección han sido realizadas en la costa de Almería, así que, para aquellos que se sientan atraídos por instantáneas de este tipo, cuentan con un escenario ideal para llevarlas a cabo.